miércoles, 2 de marzo de 2011

PRIMERA HISTORIA (SIN NOMBRE)

Eran las 15:15 de la tarde.
Fernando acababa de entrar en el portal de su casa, y después de una larga travesía hasta el 5 piso, donde él vivía, empieza a rebuscar en sus bolsillos llenos de chicles, caramelos, papel de liar y un poco de tabaco, las llaves de la puerta de su casa. Las llaves tenían un llavero que, años atrás, su difunta abuela Eulalia le había regalado por su doceavo cumpleaños.
Fernando ya tenía 20 años, pero seguía manteniendo ese pequeño y mugriento llavero de un payaso que, antes de haberse llenado de tanta mugre, era blanco con unos pantalones de cuadros amarillos y verdes.
Introdujo rápidamente las llaves en la cerradura, y después de dos giros de 360º, y un pequeño empujón, entró en su casa, y vio una nota pegada en la puerta de su habitación.
Sus padres acaban de marcharse al médico porque la hermana de Fernando, Laura, acababa de enfermar debido a un catarro.
Fernando se acordó entonces de que varios años atrás, su abuela Eulalia también enfermó de un catarro, y no salió vivo de esta.
Se dispuso a comer y acto seguido, se tiró en el sofá a ver un rato la televisión.
Como de costumbre, pues no había nada interesante porque, por alguna extraña razón que él jamás había comprendido, siempre había programas de corazón a cada cuál más estúpido.
Llegaron las 00:00, y el viejo reloj del comedor empezó a sonar al compás de un extraño ruido en la calle. Fernando se asustó mucho y, a pesar de su edad y su maduez, se escondió debajo de las sabanas de su extensa cama.
De repente, suena una música proveniente del bolsillo del abrigo, era su padre: su hermana cada vez se encontraba peor.
Para colmo, empezó a llover de una manera bastante extraña, y de fondo se escuchaba el crujir de las ramas de los árboles cercanos.
Y otra el móvil sonaba, pero..., ¡nadie estaba llamando!, aunque se oía una voz siniestra.
Fernando, más asustado que nunca, se fue a dormir definitivamente.
Eran ya las cinco de la mañana cuando notó un frío soplido en su oreja, pero ni esto le hizo despertarse.
Por fin, las ocho de la mañana. Fernando, como todos los días, se levantó corriendo, se lavó la cara, desayunó, se puso las lentillas, y camino a la Universidad.
Tras casi 20 minutos de autobús, y 10 de metro, llegó a la Universidad.
Ese día le esperaban seis intensivas horas de clase, todas ellas de asignaturas que no tenían nada que ver con la carrera que estaba haciendo, pero bueno, a él no le importaba mucho, porque era bastante estudioso.
Pasaron las seis rápidamente, volvió a casa, y llamó a sus padres, que le dijeron que su hermana ya se encontraba un poco mejor.
Tenía bastante sueño porque por la noche tuvo diversas pesadillas, porque no solo notó un soplido a las cinco de la mañana, anteriormente había notado hasta seis veces más ese soplido tan frío como la escarcha; así que se echó la siesta.
A casi el cuarto de hora, volvió a notar el soplido y, ahogado en sudor, se levantó del sofá, y fue en busca de su abrigo para coger las llaves e irse a dar una vuelta para relajarse.
Metió la mano en el bolsillo, y notó como una especie de corte en la mano, y un montón de borbotones de sangre escurriendo de ésta sin cesar.
Fue rápidamente al botiquín, y se puso un gasa para tapar el corte.
Fernando se extrañó mucho y volvió a meter la mano en el bolsillo, pero esta vez no le pasó nada.
Cogió las llaves, y fue al hospital a visitar a su hermana.

CONTINUARÁ...

lunes, 28 de febrero de 2011

Bienvenidos

Pues nada, que llevo varios días dándole al coco y al final he decidido crear una novela, un cuento, lo que sea, pero todavía no se sobre qué.
Espero ideas.
Un cordial saludo.
EDITO 1: Al final será una historia la cuál se avanzará cada semana un trozo de un capítulo.
Pero, de momento, hasta que no tenga la idea de sobre qué tratará, no puedo empezar a escribir.